Problemas con los límites
15 febrero 2023 | Categoría: Inteligencia emocional , Lecciones de vida , Libros recomendados , Límites
La primera vez que escuché la palabra «límites» fue a mis 35 años, cuando una amiga me dijo que había notado que yo tenía problemas para establecer límites y me regaló el libro Boundaires, el cual considero una lectura salvavidas y algo que todos deberíamos aprender desde la niñez.
Sin embargo, este tema no se enseña en las escuelas, y muchas veces tampoco lo aprendemos en casa, debido a que nuestros padres/cuidadores desconocen del tema y -posiblemente- también tengan problemas estableciendo límites. Es por eso que quise compartir un poco de lo que he aprendido de esta importante lección de vida.
¿Qué son los límites?
Seguramente hemos escuchado la palabra «límites» en términos de geografía: aquí termina un territorio y empieza otro. Esto también aplica a territorios o propiedades más pequeñas como un terreno o una casa. En general, en el mundo físico, los límites son fáciles de identificar: las cercas, los letreros, las paredes, etc. nos indican la delimitación de un espacio. A nivel emocional y espiritual, sucede lo mismo. Los límites nos ayudan a definir lo que soy y lo que no soy.
Así como en el mundo físico cada propietario es responsable de lo que sucede en su espacio (cuidar su jardín, limpiar su casa, reparar daños, etc.) y nadie más es responsable de esto, de la misma manera debo saber quien soy y qué poseo y responsabilizarme de ello.
Algunas cosas que se encuentran dentro de nuestros límites, es decir, son nuestra responsabilidad y deben ser respetados por los demás son: nuestros sentimientos, nuestros deseos, nuestros pensamientos, nuestras creencias y valores, nuestras actitudes y comportamientos, nuestras elecciones.
Los límites también nos ayudan a definir lo que no está en nuestra propiedad y de lo que no somos responsables. No somos, por ejemplo, responsables de otras personas.
Problemas con los límites
Lo primero que es importante aclarar, es que que tiene dificultad para establecer límites es el que tiene el problema de los límites; sin embargo, las personas que no respetan los límites de los demás también tienen problemas de límites.
El primer problema con los límites es NO PODER DECIR NO.
Cuando las personas complacientes tienen límites borrosos y siempre ceden a las demandas y necesidades de otras personas, las llamamos «complacientes». Los complacientes fingen que quieren lo mismo que los demás (aunque sea lo contrario) o aceptan lo que los otros desean, mientras dejan de lado sus propias opiniones, necesidades y deseos «solo para llevarse bien» o para «evitar conflictos».
A la larga, esta negación de sí mismo puede traer frustración y dolor. Además, la incapacidad de decir NO puede incluso evitar rechazar lo malo. Por ejemplo, muchas personas complacientes se dan cuenta demasiado tarde de que están en una relación peligrosa o abusiva.
El segundo problema es decir NO RECONOCER CUANDO DECIR SI.
Cuando una persona es incapaz de pedir ayuda, de reconocer las propias necesidades, y se cierra, evitando dejar entrar a los demás, las llamamos «evasoras». Estas personas son como un muro al que nadie (bueno o malo) se le puede acercar.
Pero Dios nos diseñó de manera que aún los muros tienen puertas y deberíamos tener la libertad de elegir a quien dejar entrar y a quién no.
Un complaciente-evasivo es una persona que tiene “límites invertidos”. No tienen límites donde los necesita y tiene límites donde no debería tenerlos.
El tercer problema es NO RESPETAR LOS LIMITES DE OTROS.
Las personas que no respetan los límites de los demás tienen un problema de «control». Los controladores creen que «no» significa tal vez y «tal vez» significa que sí. El problema principal de las personas que no pueden escuchar un «no» (a diferencia de no poder decir que no) es que tienden a proyectar la responsabilidad de sus vidas en los demás.
Existen dos tipos de controladores: los agresivos y los manipuladores. Los controladores agresivos se pasan por encima de los límites imponiéndose, siendo abusivos física y/o verbalmente). Viven como si estuvieran en su propio mundo, donde los demás no tienen límites. Por otro lado, los manipuladores, tratan de persuadir a las otras personas para violar sus límites, usando mensajes de culpa para que otros lleven sus cargas, y manipulan las circunstancias para salirse con la suya.
Aunque no lo parezca, los complacientes y los evasivos también pueden ser controladores. Tienden, sin embargo, a ser más manipuladores que agresivos.
El cuarto y último problema de límites es NO ESCUCHAR A LOS DEMÁS.
Nadie es responsable de los sentimientos, actitudes y comportamientos de los demás, sin embargo, somos responsables de cuidar y ayudar, dentro de ciertos límites, a las personas que Dios pone en nuestras vidas (familiares, amigos, etc). En otras palabras, debemos ser empáticos, sensibles a las necesidades de los demás.
Las personas que no pueden escuchar a los demás, las llamamos «indolentes», ya sea porque tienen un espíritu crítico hacia las necesidades de los demás, y/o porque están tan absortos en sus propios deseos y necesidades que excluyen a los demás (una forma de narcisismo).
Conclusiones
Conocer qué son los límites, entender su importancia y distinguir los problemas al no establecer y/o reconocer límites de forma adecuada es solo el primer paso en esta larga trayectoria para desarrollar límites sanos. Lo bueno, es que una vez que se da el primer paso, se puede continuar firme y constante en este camino hacia una mejor versión de nosotros mismos.
En futuras publicaciones, procuraré compartir más de este importante tema, pero por el momento les comparto el libro «Límites» del Dr. Henry Cloud y John Townsend (en inglés, Boundaries), una lectura que considero muy valiosa y necesaria para conocer más acerca del desarrollo de límites, y la bibliografía en la cual se basó este artículo.